Tal vez discutíamos sangronadas intrascendentes. Mas de una vez me quejé de una manera de hablar que parecía salída de una ruleta. Nunca sabías que era lo próximo que ibas a escuchar, un tema llevaba a otro y a otro y a otro sin relación aparente. Ahora discutíamos quien sabe que comida que consiste en una tripa llena de sangre. Moronga, tuétano, nombres que nada que ver que no recuerdo. Perdido tratando de recordar porqué estamos hablando de esto, me doy cuenta que aqui sigues y que eso entonces no es importante. Pudo haber venido de cualquier parte. Importa menos el hecho de que no sé ni como ando e importa más éste momento.
La playa revuelca menos que despedirse. Eso si, la costa es mas alegre, el mar da mas esperanza, la arena de repente y sí lava la fe. Eso y la fortuita perversa belleza de poder regresar a mi tierra. De acá soy. Suuuuuuucio. Después de dos días en Armería me dí cuenta de algo. Buenos deseos para esta navidad. Deseo que te hierva la sangre cuando quieras. Ha de ser mágico eso. Que si estás muy aburrida esperando a que el día de mañana, o en la cola del banco, o en la carretera, nada más se te vayan todos los colores al rostro. Que si son bochornos o que si como sea eso ocurre a mi no me interesa. Lo que yo quiero es que sea a voluntad y que así lo tengas, que puedas acordarte de algo, alguna frase mágica o un recuerdo traicionero y que hiervas, que el corazón te vaya de la más tranquila de las calmas a una carrera de vértigo más rápido que lo que termines de leer esto. ¿Y porqué? Por todas las veces que a mi me hiciste hervir. Cómo es complicado el mundo. Cómo es necia la gente. Cómo detesto los planes a veces. Cuídate mucho.