Tristeza. Reprimida. Ira reprimida. Ganas de gritar, de gritar hasta acabarme la garganta. Pero no, no grito. Solo antier grité, puse el estereo a todo volumen y grité y grité y grité y lloré y lloré y lloré. Golpié la almohada hasta que mi cuerpo dijo basta, de hecho no, hasta que por los golpes tumbé la laptop de la cama y dije "sin laptop no puedo vivir". Le doy más importancia a un cochino pedazo de plástico que a todo este sentimiento que guardo dentro. Pretextos. Las personas como yo tienen pretextos para todo, para todo tienen alguna causa razonable. Ya no puedo vivir así, y como el sentimiento me ahoga, entonces siento que ya no puedo vivir.
Siempre hay opción, sabía que esto iba a ser duro, pero no sabía que lo iba a ser tanto. Son 29 años de vicios de caracter, vicios mentales, vicios emocionales, que de un día para otro simplemente quiero dejar. Los alcohólicos anónimos bien me lo enseñaron: No se puede dejar de tomar tomando. Una vez que lo dejas es todo el día de hoy que lo vas a dejar. Así también, no se puede dejar de fumar fumando, no se puede dejar de quemar quemando, no se puede dejar de amar amando. Pero esto ya no es amor, es apego, costumbre, presunción, soberbia, orgullo, memorias, es cualquier cosa menos amor. Ya lo acepté, ya lo lloré también, pero ahí sigue. Aquí sigue, puesto que eres la única persona que quizá vaya a leer esto y yo lo sé. Puesto que no me queda de otra mas que contigo mostrarte el asco de persona que fuí, el asco de persona que soy y que por tratar de salir del hoyo siento que me estoy llendo a lo más profundo. Dejé todo. Dejé el alcohol, hay tres modelos en el refri que mi hermana dejó y no las quiero. Dejé la mota, pude dejar de fumarla tres días y ayer ahí estaba desesperado, buscando por todas partes y rascándole lo último último último a la pipa. De la depresión tan fuerte en la que caí me metí a algo nuevo, meth, un més estuve ahí metido y fue horrible, y lo dejé y ahora con el pretexto de que ya mañana entrego la moto y es mi último viaje a donde crees que fuí a parar. Pues claro, al mescalito. No tengo perdón de dios. No puedo con mis sentimientos. No me puedo perdonar.
Sigo prefiriendo nublar mis sentidos a hacerme cargo de ellos, sentirlos y darles propia salida. Ahí la llevo, antes ni si quiera lloraba. Antes me tragaba todo y prendía otro porro. Antes me tragaba todo y abría otra cerveza. Ahora el dolor es tanto, que fuí otra vez por cristal. Ah pero eso sí, siempre que voy digo "esta es la última vez". Típico adicto.
El cambio está en mi, en cuidar a mi niño anterior. Tantas veces he contado esta anécdota y ahora la vuelvo a contar. Cuando en la última casa de monterrey tuve que cuidar a una niña de tres años, me partió el corazón ver como estaba de incomunicada, como no sabía hablar ni sabía ir al baño pese a su edad. Empezó a convivir con nosotros, a hablar y hasta le enseñe a usar su basinica. El problema es que también aprendió como fumabamos mariguana, y era entonces ella quien sabía donde estaba todo, y al vernos empezar a limpiar la planta ella era quien nos acercaba los papeles. Eso no se le hace a un niño de tres años. De ahí todo fue cuesta abajo, hasta que llegué al mero fondo, regresé hasta mi casa y de ahí he vuelto a construir. Pero sobre cimientos débiles. Sé que si no le quiero hacer eso a una niña de tres años, menos le quiero hacer eso a mi niño interior. A ese javito asustado, temeroso y frustrado. A ese niño que ya de adulto para no lidiar con la frustración, prefirió drogarse.
Y siento que ya no puedo. Lo intento, lo intento y lo intento, pero desde principios del año, cuando comenzé a hacer una canción otra vez, lo hice quizá solo porque sé que ahí desboco toda mi tristeza. Era estar escuchando, escribiendo y llorando. Lo hice video y lloré más. Pensé que ya no había más lágrimas. Pero las cosas se fueron peor a pique y oooh vaya que si había más lágrimas. Y ya no es cuestión de que llorar no sea de hombres o si. Es cuestión de que este hombre no conoce su sentir. No puede con su sentir. Nunca he tomado esa responsabilidad. Y tomarla en este momento, con tantos cambios, me está matando. Sé que el decidir lo mejor para mí me hizo terminar la relación. Se que no quería seguir rogando, seguir frustrado, seguir ansioso a cada minuto de ver un mensaje en el teléfono, en el facebook, en el tuiter, donde sea. Sé que no quería seguir esclavo de un sentimiento. Sé que quería quererme. Y es tán difícil. Porque no me perdono. A pesar de todo no me perdono. No entiendo como una persona tan lista, tan inteligente, puede elegir nublar sus sentidos en lugar de hacerse cargo. Sé que era ignorante y por eso decidí de esa manera, y ahora solo me digo a mi mismo "FAJATELOS!! FAJATELOS Y AMARRATELOS BIEN AMARRADOS!!" y duele. Oh diablos, claro que duele.
Te pido disculpas escritas javito. Pero todavía no las siento. No te perdono, no me perdono. Me guardo a mi mismo un rencor de 29 años. Y ya que me empiezo a perdonar sigo llorando, llorando conmigo, llorando tal vez por tí.