*-*-*-*-*
- Nunca haz visto ese estilo de pintura en el que agarran a golpes el lienzo y ya después se fijan como queda?
- No. - respondió secamente.
- Por el amor de dios, que he hecho yo para merecerte mal?
- Tu nada! Pero tus ideas van a terminar por volverme a mi también loco. Claro que he sabido algo de ese tipo de pintura, pero créeme, una cosa es una cosa y la otra pues...
- Bah! Empezando con que desprecias el eclectisismo.
- Claro que no, bien sabes que respento bastante las corrientes eclécticas. Es sencillamente que mezclar pintura está bien pero lo tuyo...
- Bueno, piensa lo que quieras, de cualquier manera al final sabes que vas a terminar juzgando mi arte.
Su interlocutor suspira, haciendo una mueca de soslayo.
- Eso si, pero tampoco es como si tuviera mucha opción...
- Ándate, vas a ver como al final vas a acabar interesándote vos también. Te digo que todo puede aplicarse a todo de alguna manera, y esto nunca lo he visto yo en ninguna otra parte.
- Claro que lo haz visto en otra parte, catársis cerebral, le dicen. Eso no es mas que el vómito de todo lo que traías dentro.
- Pues vómito será! Pero vas a ver que buen vómito. Va a tomar estructura, tarde o temprano te digo, vaz a ver como duke ellington me va a pedir consejos.
- Lo que te va a pedir es que dejes de invocarlo, el pobre ya ha de estar revolcándose en su tumba. Y nuevamente te recuerdo, hay una gran distancia entre el jazz y una revoltura de instrumentos interpretando al azar lo primero que se les ocurre.
- ...
Y la discusión terminó ahí, porque como explicarle que el azar no existe, sino solo la ilusión de que existe, y para qué entrar en lios filosóficos cuando con los artísticos se las habían liado tan mal. Porque el ambiente de la oficina, con su olor a lunes, se daba muy bien para una charla tranquila, algo en lo que no hubiera altercados, un análisis sencillo, una puesta en común. Para nada querían los escritorios de caoba y los ventanales de cristal ser testigos de un choque de egos, de una tertulia de disparates. Después de un fin de semana tan natural, tan descansado, tan largo, el lunes mismo te pedía que no cambiaras de golpe a actividades de semana, al trabajo. Te proponía que fueras entrando poco a poco (un fade-in) a un nuevo estado de productividad, y la anterior discusión atentaba con derruir esta propuesta.
Los pintores mezclan pinturas, los dj's mezclan música, los arquitectos mezclan estilos, porqué no habría de poder mezclarse cualquier cosa? Que saliera un tono y que entrara el otro, que se fuera formando un canon, por lo bajo, difícil de percibir, hasta llegar al crescendo, a identificar la melodía, a disfrutar de la armonía, y de la nada... BANG! Una mancha roja por aquí, una amarilla por allá, que el interlocutor pase hambre, que sienta la obra, no solo en sus pupilas, en todos sus sentidos...
- Y que hiciste el fín de semana?
- Ya se te acabaron las ideas? - replicó burlonamente
- Lo que piense o no piense no es en lo más mínimo de tu incumbencia.
- Y en eso te doy la razón, pero eso no evita que yo y los demás echemos una carcajáda a tu salud. Y aparte es irónico, tu mismo me acabas de decir que voy a acabar leyendo tu anoréxico vómito cerebral.
- Pues que esperabas, es un proceso creativo, no es como si fuera a tomar alguna medicina para que se me destape el seso.
- O tómate algo que te indigeste y sigue con eso de tu vómito!!
- Bah.
Porqué lo toleraba? Como si él hubiera escrito algo que hubiera valido la pena alguna vez. Quizá era solamente un mal necesario, un arreglo más en la melodía que en el momento no tenía sentido ni razón de ser, pero que se volvería medular en en el climax. Harto ya de divagar en eso, se volvió y continuó escribiendo su propia historia, volvió otra vez a sus montañas, a su camino, a sus entes felices perdidos por el camino, a sus demonios, y a su mente.